“Por los sigNoS de los siglos, Amén”, no es sólo la genealogía, o las oraciones, o los magníficos dibujos de los Montoya y los Villareal.
¿Qué nos diste Raquel, sino a nuestras propias familias?
Otros apellidos, otros nombres, otros pueblos. Los mismos nombres, los mismos apellidos, los mismos pueblos.
Un Valle Central que creció entre los vivos y los muertos, no sólo en la lejanía de Escazú o Piedades, también en la Uruca, Moravia, Mata de Plátano, Sabanilla, Curridabat y tantos pueblos lejanísimos, forjados fundamentalmente por el dolor de sus mujeres.
Los vivos no han podido desprenderse de sus muertos ni los muertos de sus vivos, entre senderos y cafetales, centros comerciales y autopistas. Tatarabuelos queridísimos aún nos acompañan.
“Paredes de Bahareque, comedor, piso de tierra y las ventanas en arco con muchos vidrios pequeños, una fila de cipreses le daban sombra y aroma... y el agua se deslizaba por entre el techo y las grietas...”
Un lenguaje casi canto, con ritmo octosilábico acompañado por oraciones desgajadas, sentenciosas, llenas de humor y el dibujo limpio y profundo de Raquel hacen de este un libro demasiado nuestro.
Rodolfo Dada
¿Qué nos diste Raquel, sino a nuestras propias familias?
Otros apellidos, otros nombres, otros pueblos. Los mismos nombres, los mismos apellidos, los mismos pueblos.
Un Valle Central que creció entre los vivos y los muertos, no sólo en la lejanía de Escazú o Piedades, también en la Uruca, Moravia, Mata de Plátano, Sabanilla, Curridabat y tantos pueblos lejanísimos, forjados fundamentalmente por el dolor de sus mujeres.
Los vivos no han podido desprenderse de sus muertos ni los muertos de sus vivos, entre senderos y cafetales, centros comerciales y autopistas. Tatarabuelos queridísimos aún nos acompañan.
“Paredes de Bahareque, comedor, piso de tierra y las ventanas en arco con muchos vidrios pequeños, una fila de cipreses le daban sombra y aroma... y el agua se deslizaba por entre el techo y las grietas...”
Un lenguaje casi canto, con ritmo octosilábico acompañado por oraciones desgajadas, sentenciosas, llenas de humor y el dibujo limpio y profundo de Raquel hacen de este un libro demasiado nuestro.
Rodolfo Dada
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